CLAVE Nº7

CLAVE – LA MAGIA

Aspecto del Árbol de la Vida – 7.- EL FRUTO


Miré atenta aquella preciosa hoja del mismo árbol
que un buen día me brindó toda su sabiduría,
para que yo, una niña,
viajara tranquila y llena de amor,
por los senderos que la vida me abriría.
La hoja hablaba por sí misma,
estaba hecha de increíbles tonos verdes,
incluso anaranjados y ocres
que detallaban hasta la última huella que la identificaba
como parte de aquel enigmático árbol.
Tomé asiento bajo su copa,
apoyando mi torso sobre el tronco
y permitiendo que el flujo de sus raíces,
ascendieran desde lo más profundo de la tierra,
hasta mi corazón.
Pude sentir lo que el Árbol de la Vida me quería decir.
Lo escuché atenta,
en absoluto silencio.
Con amor y respeto,
por el abrazo que todo mi yo estaba sintiendo.
Fue una unión intensa,
llena de nobleza,
donde la belleza lo era todo.
Advertí como cuando sentí belleza en todo,
fue cuando mi corazón se alivió
y cuando mis ojos viraron a otro color.
El Árbol me mostró todo lo que en él quedó registrado.
Como cada una de sus partes habían colaborado
y como era el instante de obtener el resultado,
sólo lo tenía que coger.
Lo comprendí.
Supe que el momento había llegado,
que no había más impedimento que detuviera mi avance hacia el propósito
y que solamente tenía que coger el fruto y comérmelo.
Las flores en su máxima belleza,
habían dado deliciosos frutos,
eran almibarados,
de tono ambarado, con delicados toques aún más sabrosos
al alcanzar su interior.
Lo comí,
bocado a bocado,
saboreándolo,
descubriendo que su jugo alimentaba mi Ser como un elixir de dioses.
Saboreando el fruto me quedé.
El tiempo se había detenido.
No había prisa.
Sólo certeza y las caricias de aquel majestuoso Sol,
que con sus rayos rozó mi rostro y me llenó de amor.
Di un respingo.
Una imagen me asaltó.
Recordé que un día,
cuando todavía era muy niña,
con un precioso peine de plata,
yo peinaba los rayos del Sol.
Lo miré. Le sonreí.
Supe que el Sol deseaba volver a sentir
que podía peinarle cada día,
mientras canto como aquella tierna niña,
que nada temía de la vida.
Busqué en mi interior,
encontré el peine y cantando el resto del camino,

todos los días peiné rayos y rayos de Sol.

Temple Inanna

ESENCIAS DE MU

Ilustración de Oksana Petrushchak ESENCIAS DE LOS ELEMENTOS -----------------------------------------------------------------...